El valor de un regalo el día de Reyes

regalos-salen-corazon_1_750940

 

 

Quisiera compartir con vosotros una reflexión sobre el acto de regalar tan presente en estas fiestas navideñas que apenas hemos acabado de celebrar. Año tras año observo con preocupación y con un silencio cómplice pues yo también participo de esta dinámica, lo reconozco, como lo material se impone a lo simbólico, y lo superficial y concreto, a lo profundo.

El gesto de regalar parece así carente de sentido, y tal vez por ello nuestro esfuerzo esté puesto en llenarlo a través de la compulsión, que a la postre sólo provoca más vacío y frustración, y así cerramos un círculo que cada vez cuesta más de romper.

De esta forma da la sensación que si no se regala y mucho, estas fiestas ya no son lo mismo. ¿Pero cuál es el valor de un regalo cuando éste forma parte de la abundancia? ¿Dónde queda el sentido del gesto cuando éste se repite hasta más allá de la saciedad? Cuántos niños quedan presos de una especie de frenesí desenvolviendo regalos uno tras otro, sin poderse apenas parar, detenerse a jugar y sobre todo, hacerlo con la persona que se lo acaba de regalar.

Jugar es también compartir, estar con el otro y entrar en la dimensión de la relación, donde hay otras personas que participan y aportan su sentir, con quienes es posible reír, pelearse, reconciliarse, con quienes divertirse y en definitiva, compartir la experiencia de vivir.

En la vida del adulto esto también ocurre en formas más elaboradas pero igualmente frustrantes, si se convierten en vacías e inoperantes. ¿De qué sirve por ejemplo ser experto en una materia, dominar un arte, sino puedes ponerlo en relación con los demás? Me hace pensar cuando una persona me traslada su frustración porque aquello que esperaba recibir no era sólo una respuesta concreta a su problema, sino una mayor dedicación para pensar con él acerca de lo que trataba de comunicar, hasta que su duda, inquietud, problema quedase realmente atendido, que no significa necesariamente, resuelto.

De igual modo que a través de un regalo no siempre logramos transmitir todo nuestro afecto, tampoco dando soluciones o consejos acerca de los problemas de los demás, logramos necesariamente transmitir que realmente hemos sabido comprender o atender a sus necesidades.

El amor que sentimos por las personas que nos rodean, se expresa más por la dedicación con la que los tratamos a diario que no tanto por saciar puntual y compulsivamente sus necesidades, sin preguntarnos realmente qué hay detrás de sus demandas. Muchas veces la respuesta a esta pregunta no está en lo que podemos dar un día en particular, ni en la cantidad en la que podemos hacerlo, sino en cómo lo hacemos, y con qué dedicación, mimo y cuidado vamos a ofrecer nuestro tiempo cada día, para que realmente llegue al otro que lo que hacemos, está al servicio de velar por la relación que hay entre ambos.

Para este año de nuevos propósitos, os invito a regalar, a ofrecer lo mejor de nosotros mismos, en todo aquello que realicemos a diario. Os animo a que los demás se sientan reconocidos a través de nuestros gestos, como aquel niño que nació pobre en un portal de Belén, y que se sintió seguro alguien especial, al recibir las ofrendas que le dedicaron unos Reyes Magos venidos de Oriente.

¡Seamos pues Reyes Magos todo el año!

 

Xavier Pérez Pérez

Psicòleg Sanitari col. 10826

Psicoterapeuta (FEAP-ACPP)

Deja un comentario