LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS (1925): HACE 100 AÑOS o UN SIGLO.
Hace 100 años o un siglo, es decir, en el 1925, Sigmund Freud (1856-1939) publicó un texto de plena vigencia y actualidad, a pesar de los pesares del intento de descalificar el psicoanálisis. Lo publicó en la revista judía La Revue Juive, de la que formaba parte del comité editorial, en marzo del 1925. Unos meses después, en septiembre, se publicó el original alemán en Imago. Por lo tanto, un artículo para dar a conocer la ciencia psicoanalítica a un público no especializado.
El artículo lo considero que se puede dividir en cuatro partes según mi lectura. La primera parte es muy general: el miedo o angustia ante lo nuevo. Una reacción normal, que, en la segunda parte, Freud indica que no se tendría que dar en el mundo científico. Esto, pero, acontece. Freud lo aplica a la ciencia que él descubrió: el mundo inconsciente y lo psicógeno en clínica. Sigmund Freud deja muy claro que no hay que limitarse solo a lo clínico. Tiene una mirada mucho más amplia. Dice así el texto que sigo que se encuentra en el Vol. XIX de Amorrortu editores (Buenos Aires, 1979) en las pág. 227-237:
En su origen tuvo una intencionalidad puramente terapéutica; se proponía crear un nuevo tratamiento eficaz para las enfermedades neuróticas. Pero concatenaciones que al comienzo no podían vislumbrarse llevaron al psicoanálisis mucho más allá de su meta inicial… Al final pretendió haber colocado sobre una nueva base toda nuestra concepción de la vida anímica y, por eso, revestir importancia para todos los campos del saber que se fundasen en una psicología…Tras ser ignorado por completo durante una década, de pronto pasó a ser objeto de interés más universal y… desencadenó una tormenta de indignada repulsa.
Luego, en la tercera parte, considera cómo fueron las resistencias para los médicos, e incluso filósofos, para ser tener en cuenta su descubrimiento. Leamos sus palabras:
En ese período materialista -o mejor mecanicista- la medicina hizo grandiosos progresos, pero también exhibió un miope desconocimiento de lo supremo y más difícil entre los problemas de la vida (p.229). Y cita a los filósofos: En su gran mayoría, ellos llaman psíquico solo a lo que es un fenómeno de conciencia. El mundo de lo conciente coincide, para ellos, con la extensión de lo psíquico (p. 230). Y por tanto, concluye: Así, pues, la posición del psicoanálisis, intermedia entre medicina y filosofía, solo le deparó desventajas.
Y clarifica, que es la cuarta parte, las resistencias que surgieron. Y concluye con esta idea que hay que recuperar: La libido no se reduce al placer genital, sino que es mucho más con el “Eros” de “El banquete de Platón”, el “Eros” que todo lo abraza y todo lo conserva. Freud recuerda al filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860), con este párrafo: El mundo como voluntad y representación donde dice: “Y el secreto de esto radica en que el instinto sexual es la esencia misma de la voluntad de vivir y, por tanto, la concentración de todo deseo (p. 237). Y especifica que las intensas resistencias al psicoanálisis no eran de naturaleza intelectual, sino que brotaban de fuentes afectivas (p. 234). La brutalidad y claridad en poner encima del tapete de la mesa o de la conciencia la fuerza de las pulsiones que hay que gestionar y que la cultura reprime, además de suprimir, lleva a Sigmund Freud a evocar las tres grandes heridas infligidas a la humanidad. De ahí se ven las grandes resistencias que no vienen tanto del mundo científico sino de todo ser humano del mundo occidental. La primera, la cosmológica que cambia el centro; ya no es la tierra, sino el sol; la segunda, la biológica que el ser humano viene de una evolución, no es una creación divina; la tercera, la propuesta por Freud, la psíquica que la función psíquica del sujeto no es el mundo consciente y el ego deviene una criada. Y concluye el artículo con la necesidad de formarse como psicoanalista y ¿qué valor tiene su identidad judía? Un tema aún hoy día a considerar.
Como constatará la persona lectora una síntesis muy subjetiva, pero cuya lectura no le va a llevar mucho tiempo y así podrá hacerse su propia opinión. Se precisa situar el texto en su contexto de la primera parte del siglo XX para evitar que sea un pretexto. Así pues, considero que hay un antes de Freud, año 1900 con su libro La interpretación de los sueños y un después de Freud a partir de este libro. Entiendo que en una gran parte de la postmodernidad para citar una época nueva y muy tecnocratista como cosmotécnica, se encuentra antes del 1900, aunque estemos en el 2025. Además, de las tres heridas, siempre he considerado personalmente que hay una cuarta: La influenciabilidad de todo ser humano a un nivel que no es en absoluto consciente. Y, por otra parte, de un gran uso intencionado por todos los medios de comunicación: “Crear opinión, inoculando el miedo o el dominio del pensamiento hegemónico o dominante en este mundo que no se quiere hablar, pero se sabe que existe”. Y no digamos ahora con el ambiente e imaginario colectivo que se va inhalando con la Inteligencia Artificial o tal vez mejor Memoria Artificial
Y el aspecto que me interesa recalcar en esta breve reflexión sobre este artículo, que debiera llevar a un gran debate, Freud no lo escribe para un público psiquista, sino inquieto y buscador como es el judío. Freud da pie, como inicio o punto de partida a una nueva antropología, basada en la clínica:
El sujeto (o el ego, el jinete de su metáfora) se mueve por su mundo inconsciente. Y que la vía regia es el método de la espontaneidad en expresarse sin sentirse juzgado ni condenado junto con los sueños. Así, pues, tomar consciencia de lo “escondido” como lo reprimido, ignorado por el ego, pero realizado por él; o lo suprimido, que puede recuperar con una reflexión. Pues sabemos que, en castellano, los empleamos indistintamente: suprimir como reprimir.
Y a un siglo de distancia, podemos constatar que además del método psicoanalítico, que tiene su plena vigencia, van apareciendo otras vías para conscienciar este mundo humano inconsciente como preconsciente dinámico, que contiene lo mejor como construcción y lo peor como destrucción del ser humano. Y abriendo los ojos, tenemos una mirada clara, si se quiere ver en estos momentos por diversos eventos no solo globales sino mundiales al redactar este artículo (16.03.’25).
Entiendo, y esa es mi opinión, que a partir del 1995 con el célebre libro de Daniel Goleman (1946…): La inteligencia emocional (eslogan que hizo fortuna), pero tal vez mal interpretada como clarificó en el libro del 1998: La práctica de la inteligencia emocional. Es decir, se toma como inconsciente, solo y únicamente, lo preconsciente.
Y volviendo al principio, Freud, pionero y emprendedor de la psicología profunda, no en contraposición como si las demás psicologías fuesen “superficiales”, sino en cuanto pone al descubierto lo ignorado por el ego o jinete, pero solo como punto de partida imprescindible y necesario para ir madurando. Y por ello, supo expresarlo con la metáfora del caballo -como ya he indicado-, jinete y riendas para comprender mejor la tríada del “Id.Ego.Superego ”. Freud fue siempre muy pedagógico en sus escritos. Algo que se ha perdido en muchos de los escritos psicoanalíticos o de psicología profunda o de psicología dinámica. Es preciso un lenguaje nuevo para poder profundizar lo que suelo titular, en mis seminarios: “Mi ego en mi m2 integral” o “Expansión e Impansión de mi ego en este m2 integral”. A la nueva cultura que va imperando de la posverdad o el nuevo paradigma tecnócrata, que remplaza en el mundo occidental con sus derivaciones colonizadoras culturales la cultura judía-cristiana o el régimen de cristiandad. Un paradigma que en sí mismo y por sí mismo no tiene valores o axiología. Y es responsabilidad del ser humano construir una nueva escala valoral con todas las dimensiones que el ADN de todo ser humano tiene. Y así Freud se lo comunicó a L. Binswanger (1881-1966) al ir a publicar “El futuro de una ilusión” (1927), en pleno diálogo con Oskar Pfister (1871-1945): ”Yo no he hecho más que expresar lo pulsional del ser humano; no hablo de lo espiritual”, que lo dejaba en manos de otros. Es preciso no olvidar que las dimensiones humanas no están separadas, sino que forman una totalidad.
Y es de notar que libros como estos dos, entre muchísimos: ”Psicoanálisis de la experiencia ético-religiosa” de Pedro Fernández Villamarzo (1928-2001) en base a la tríada freudiana, del 1979 o como el de Jean Batiste Lecuit (1965…) del 2007: L’anthropologie théologique à la lumière de la psychanalyse” nos muestran valentía osada en los pioneros de fronteras culturales como Freud. Y este descubridor, que no creador del mundo inconsciente, no da miedo sino todo lo contrario. Un gran respeto a su aportación en todas las dimensiones: ego corporal, ego relacional, ego afectivo, ego cognitivo y ego interior: la integralidad. Continuó esa indagación C.G. Jung (1876-1966) y en estos tiempos en Stan Grof (1930-…) y Manuel Almendro (1953-…) promotores de la Psicología Transpersonal.
Ante una nueva situación, no global, sino mundial, entiendo que el psicoanálisis tiene una función antropológica para valorar o dar valor al mundo técnico, como decía François Rabelais (1494-1553):»Ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma«. ¿Cómo lo expresaríamos hoy en día? Labor de todos los que trabajamos en el mundo psiquista: Una visión del Ser Humano “integral”.
Hace un siglo o 100 años que Sigmund Freud abrió ventanas para contemplar mejor el paisaje de la Humanidad. Y en estos tiempos donde la vida en su conjunto parece devenir más difícil, es preciso superar la asimilación como la síntesis, para situarnos en la coincidencia de los opuestos o la diversidad en la unidad. Un paso más de evolución o desplegamiento de consciencia para no caer en el pensamiento único, intolerante, excluyente o la ley de la fuerza hegemónica. Se impone un diálogo honesto, holístico y respetuoso por ambas partes. Derecho y deber, pero nada fácil en la actualidad. Este es el reto de las ciencias humanas, en especial, la psicología dinámica que deberá enfrentarse e ir resolviendo las resistencias con las que se va encontrando. Ante una nueva antropología psicoanalítica, las resistencias serán muy fuertes ya que ponen sobre la mesa el famoso aforismo griego: NOSCE TE IPSUM y SAPERE AUDE.
Jaume PATUEL PUIG (1935)
Pedapsicogogo