HOMO INTEGRALIS:

Jaume Patuel

En nuestra incesante búsqueda por entender el cosmos y las intrincadas relaciones de la naturaleza humana, a menudo olvidamos explorar un territorio igualmente fascinante: el universo interior del ser humano. El ser humano, con su complejidad biológica, emocional, mental y espiritual, puede ser visto como un microcosmos dentro del universo macrocósmico. En este sentido, la noción de  Homo Integralis emerge como un concepto que busca explorar e integrar todos los aspectos del ser humano, desde su dimensión física hasta su dimensión más intangible. Todo lo que es material es tangible, pero no todo lo tangible es material.

La idea de Homo Integralis implica un viaje hacia la integración interior. Este camino no es un recorrido sencillo, ya que implica abrazar y comprender todos los aspectos de nosotros mismos, incluyendo las partes que a menudo ignoramos o reprimimos. Esta integración no se refiere sólo a aceptar nuestros defectos y debilidades, sino también a reconocer y abrazar nuestras cualidades positivas y potencialidades latentes. Nacemos completos pero inacabados.

La práctica de la meditación, la introspección y otras técnicas de silencio se han utilizado desde tiempos inmemoriales como herramientas para explorar e integrar el universo interior del ser humano. A través de estas prácticas, podemos aprender a conectarnos con nosotros mismos a un nivel más profundo, liberándonos de las limitaciones de la mente y explorando las dimensiones más profundas de nuestra conciencia. A menudo nos encontramos desequilibrados en alguna de las dimensiones, dando lugar a conflictos internos y malestar. Para conseguir la plenitud y la armonía, es esencial integrar y equilibrar todas estas dimensiones. La tensión es parte normalísima de la vida.

En la dimensión física, esto puede acarrear la práctica de ejercicios físicos, una alimentación saludable y el descanso adecuado. En la dimensión emocional, es importante explorar y comprender nuestras emociones, permitiéndonos sentirlas sin juicio y gestionarlas de forma saludable para que las vivimos como sentimientos que lleven a un respeto. En la dimensión mental, la práctica de la claridad mental y la presencia plena puede ayudarnos a liberarnos de los patrones de pensamiento limitantes y cultivar una mente más tranquila y clara. Y saber que las creencias son constructos de la mente. Por último, en la dimensión espiritual o interioridad, la búsqueda de significado y propósito puede conducirnos a una sensación de conexión con algo mayor que nosotros mismos: El gran misterio de los mundos: ES.

En la sociedad contemporánea, nos encontramos inmersos en una cultura que promueve el individualismo, la competición y la búsqueda incesante de los logros externos. En este contexto, el concepto de Homo Integralis adquiere una relevancia especial, ya que nos recuerda la importancia de conectar con nosotros mismos y con los demás de forma auténtica y significativa. Y viviendo que si no existe la integración de la profundidad de conciencia no hay proceso de madurez integral.

En un mundo cada vez más conectado digitalmente, también es crucial ser consciente de este Yo interior para evitar la fragmentación y desconexión como indicaba anteriormente. La tecnología, pese a sus ventajas, puede enajenarnos de nosotros mismos si no somos conscientes de su impacto y no establecemos límites saludables.

Es de clara evidencia la situación crítica de la visión global del mundo y de una percepción multifactorial. Creo que podemos constatar, además, un incremento de poder en manos de pocas personas. Y éstas viven y sabiéndolo que la adición al poder no tiene límites. La diferencia con tiempos pasados, y no demasiado lejanos, es que había medios pero controlados con los efectos. Ahora, siglo XXI, las herramientas destructivas son, además de muchas, efectos inhumanos junto con un ataque a la naturaleza. Algunos se sienten propietarios no únicamente de las poblaciones sino también de la Madre Tierra, el planeta, y con un intento de dominar el Universo. ¿No podríamos llamarlo “locura” o “una grave psicosis megalomaníaca junto a paranoia infernal”?: Quien no piensa y no ve cómo yo, que es un ego hinchado, es un enemigo a hacer desaparecer o esclavizar. No es necesario realizar una detallada descripción y masoquizarnos. Tal vez, el pensamiento anterior podríamos aplicarlo a casos concretos. La persona lectora puede realizar un juicio personal.

Además, en un momento en que la crisis climática, las desigualdades sociales, las guerras con sus intereses ideológicos y económicos y otros problemas globales amenazan nuestra supervivencia colectiva, el tener conciencia de que la interioridad hay que nutrirla porque no es un añadido a lo humano, sino una dimensión intrínseca y necesaria para vivir. Sólo cuando estamos integrados internamente y conectados con nuestro entorno, que es también el Universo, podemos responder eficazmente a los retos que nos enfrentamos como sociedad.

El concepto de Homo Integral recuerda que el ser humano es mucho más que el conjunto de sus dimensiones. Somos seres multidimensionales con capacidad increíble para la transformación y la evolución. En la búsqueda de la integración interior, encontramos un camino hacia la plenitud y la armonía, tanto a nivel personal como colectivo. En última instancia, la integración interior puede conducirnos a una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestro sitio en el Universo, abriendo la puerta a un crecimiento y una evolución constantes.

    Y ante esto, recordemos una frase de Albert Einstein (1879-1955): “Es más fácil deconstruir o desmenuzar un átomo que una creencia”…..

Jaume PATUEL PUIG, pedapsicogogo.

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