HACE UN SIGLO: ABRIL, 1923: EL YO Y EL ELLO. SIGMUND FREUD.

Jaume Patuel

Conmemorar fechas que reflejan acontecimientos influyentes permite comprender el evento porque recordar, rememorar son aspectos del corazón y la memoria de la Humanidad, concretado en seres humanos. Y todo ser humano sin excepción tiene luces y sombras. Y por tanto el ser humano es capaz de todo para la construcción (eros) o la destrucción (tánatos) en el pensamiento freudiano, que es preciso actualizar. Al mismo tiempo, nos encontramos en la realidad, aunque cabalgando, en un nuevo paradigma cuya escala de valores o axiología hay que ir construyendo. Y esta construcción debe realizarse partiendo del ego freudiano que conecta con las diferentes realidades tanto tangibles como intangibles y a la par con su propia profundidad, que constata experiencialmente. Hay una realidad que lo supera y va aprendiéndolo tanto de  forma consciente, pero más aún  inconsciente. Y en este devenir consciente el ego percibe sensitivamente que su última realidad no es todo lo que conoce (muy occidental) ni todo lo que siente (muy oriental), sino una vivencia de totalidad, vivida en el profundo silencio interior por lo que no puede expresarse, sino solo y únicamente vivirlo. Toda expresión no es la experiencia, que es el territorio, sino la explicación, que es el mapa. Y todo mapa es expresión cultural, producto de la totalidad del ego.

 

Freud intentó dar una explicación de esa totalidad del Ser Humano. Hizo pasos procesales, pero nunca cerró el proceso. Siempre abierto a lo que podía aparecer o descubrir en el paciente y de las investigaciones del mundo científico y cultural. En el mes de abril del 1923, hace cien años o un siglo, publicó una obra: El yo y el ello.  El artículo presenta un prólogo y cinco apartados. Se nota una labor profunda de Freud.  Una vez hecha  la lectura del artículo, el cuodlibeto principal o básico es formularse uno/a sí mismo/a: Y “yo” ¿cómo siento  “mi ego” y lo formulo? Si se evita esta cuestión, hablaremos siempre, como se dice popularmente, de memoria o de un mapa, pero nunca de nuestro ego real, nuestro territorio y entonces  no pasa de ser una ficción o un mapa o un constructo científico.

Freud lo clarifica con la metáfora del jinete y caballo: Dice así: “Podemos, pues, compararlo, en su relación con el ello, al jinete que rige y refrena la fuerza de su cabalgadura, superior a la suya, con la diferencia de que el jinete lleva esto a cabo con sus propias energías, y el yo, con energías prestadas. Pero así como el jinete se ve obligado alguna vez a dejarse conducir a donde su cabalgadura quiere, también el yo se nos muestra forzado en ocasiones a transformar en acción la voluntad del ello, como si fuera la suya propia”. Y pienso que se puede ampliar de esta forma ya que el jinete de montar, que conduce el caballo, emerge de la energía del caballo en contacto con la realidad, que es el ego, pues se rige por el principio de realidad. El jinete o ego debe ir construyendo sus propias riendas, que son la axiología personal, para sustituir la crinera o cabellera del caballo donde se agarraba al principio de emerger que eran las normas ancestrales y culturales. El jinete o ego, que se va generando en niveles o etapas siguientes, debe, si puede,  ir sustituyendo las riendas impuestas o cabellera del caballo, donde en su crecimiento se agarra con firmeza para dominar las pulsiones o energías, ya que el caballo se rige por el principio de placer; y no sucumbir, que son las figuras parentales y culturales, a la base del superego primario, que se rige por el principio del deber o ideal ilusorio, hasta poder llegar a que el jinete o ego pueda construir sus propias bridas o riendas. Es decir, el ego pueda tener su propia personalidad y cabalgar elegantemente con una armonía y equilibración en la relación con los demás jinetes. Y así sobrevivir, vivir, relacionarse, amar o transcenderse. Caballo (ello), riendas (supergo) y jinete (ego) una sola unidad en un contexto familiar, social y cultural. Y el jinete/ego conecta con la realidad interior y exterior. Y hoy podemos contemplarlo también, y es avanzar, desde el paradigma cuántico donde la realidad no es la materia sino la energía con sus vibraciones y frecuencias.

 

Y al llegar a este punto, deseo dejar claro un punto epistémico. Es bueno y necesario conocer todas las teorías sobre el yo/(ego),  pero el auténtico  laboratorio de trabajo sobre qué es el ego, realmente, sólo se obtiene desde el propio territorio, es decir, de una propia y profunda autoobservación, acompañada del silencio. Partiendo de la corporeidad. Por tanto, cada persona debiera poder tener claro cuál y cómo es su ego, un hecho de existencia, pero además una pregunta de ¿quién soy yo? O ¿qué soy yo? De esa parte totalmente consciente pero muy reducida ya que sus raíces son muchas y profundas e inconscientes.  ¿Por qué lo expreso? Por la frase última de Freud en su primer apartado de la consciencia e inconsciente:

Empero, guardémonos de desdeñarla  pues la propiedad de ser o no consciente es en definitiva la única  antorcha en la oscuridad de la psicología de las profundidades”  (subrayado personal), de aquí la importancia de una egodicea con todos los aportes de las ciencias duras y blandas. Y sin olvidar, por cierto, que los gobiernos o poderes invisibles o profundos quieren apagar esa antorcha a través de la infocracia  para que la humanidad esté en la oscuridad y no conozca la luz. Y por añadidura, no solo desde lo profundo sino desde los mismos ministerios de la salud donde “la escucha del otro en su subjetividad” no pertenece a la ciencia. Erradicar la subjetividad en nombre de las ciencias actuales, como por ejemplo la inteligencia artificial o el cerebrocentrismo o la salud digital. Deplorable, pero es así. Y, pregunto: ¿qué se entiende por ciencia? ¿Sólo el método o una ideología?

Y ante este nuevo paradigma  cuyo ego o sujeto humano con su propia subjetividad tiene la gran responsabilidad de cuidar la tierra y defender la Humanidad ante otros egos, llenos de hybris, y que en este momento postoccidentalismo como postorientalismo o un nuevo paradigma transpersonal: FREUD ES AÚN UNA ANTORCHA MUY LUMINOSA.

 

O bien como indica Jordi Pigem, autor de “Técnica y totalitarismo”, publicado en la editorial Fragmenta (Barcelona), 2022, cita al principio una frase del psicoanalista cultural Erich Fromm (1900-1980):”El respeto por el carácter único de cada ser humano y el cultivo de este carácter único, es la meta más válida de la cultura humana. Pero esta meta hoy en día está en peligro”. Extraída  del libro “El miedo a la libertad” del 1941.

      El ámbito o el mundo psiquista tiene una gran responsabilidad en pleno siglo  XXI, a pesar y junto con las oposiciones exteriores y contradicciones interiores, en dar a conocer esas personas, hombres y mujeres,  que  en sus coordenadas de tiempo y espacio, supieron dar unos aspectos nuevos de la comprensión del ser humano.

 Jaume PATUEL PUIG

pedapsicogogo

Nota: Este artículo es una sencilla cata del que ha sido publicado en  INTERCAMBIOS PAPELES  nº 29, diciembre, 2022 y que también será publicado en la revista digital de l’ACPP.

3 Comments

  1. Teresa · 20 abril, 2023 Reply

    Gracias por este aporte tuyo a la comprensión del ser humano

  2. Enrique Riva Amella · 17 abril, 2023 Reply

    Mi querido «viejo profesor», soy capaz de leerte con atención, pero reconozco mis limitaciones. Piso más barro que nubes veo, no obstante disfruto del paisaje… de la vida.

  3. Villar Asiáin Catalan · 15 abril, 2023 Reply

    Gracias Jaume, haces que nos conozcamos a nosotros mismos y tu labor es esencial, lo és para mí y lo será para muchos. Aprender quien soy para entender quienes son los otros. MUCHISIMAS GRACIAS POR TU SABIDURIA COMPARTIDA

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