NAVIDAD: HABLAR DE DIOS.
NOTA: El artículo está publicado en la revista digital VALORS de diciembre, pero en este espacio es mucho más extenso.
La vanguardia del día 27 de junio de este año traía un artículo con este título: Hablar de Dios. No es la única prensa que habla del tema. Hay otros diarios que también le hacen no con tanta frecuencia como antes. Fuera de la prensa, en nuestro ámbito psicoanalítico, es un tema que algunos ya tratan. Vaya como muestra los dos libros que acaban de publicarse. El primero es de Gorostiza Leonardo. El título: ¿Somos todos religiosos? (Buenos Aires. Grama,2020). El segundo de Masino Bruno (coord) bajo el título ¿Podemos vivir en una civilización sin Dios? (Xoroi Ediciones 2021), de autores argentinos. Ambos de línea psicoanalítica lacaniana. Emergen a raíz de la frase de Jacques Lacan dicha a los universitarios el 24 de noviembre de 1975: “Todo el mundo es religioso, incluso los ateos”. Sin olvidar que Freud hablaba ya de ese tema. Hay que hojear El psicoanálisis freudiano de la religión (1990), tesis doctoral de Carlos Domínguez Morano (1946-…) donde nos recuerda que la mayoría de trabajos de Freud son sobre religión. Y el mismo autor publica más tarde Creer después de Freud (Paulinas, 1992), traducido al inglés: Belief after Freud (2018). Ciertamente, la lista puede ser mucho más larga, pero en los terrenos anglosajón, francés y germánico, no así en el castellano. Es cierto que un instituto o asociación de línea psicoanalítica debería ofrecer estas materias en la formación como indicaba ya Freud. Afortunadamente, aquí en Barcelona, tenemos la Fundación Vidal i Barraquer (1964) donde su especificidad es ese terreno. El fundador Jordi Font sj (1928-…) es el alma. Por tanto, recordemos la frase: “Soy un hombre, pienso que nada humano me es ajeno”, escrita por Publi Terenci Africà, en el 165 a. Entonces con mucha más razón cualquier psiquista debe poder analizar bien esta dimensión interior de todo Ser Humano. Y con mayor razón, pero no la única, los que pertenecen a la escuela de la psicología profunda o dinámica.
El mes de diciembre se presta más a Hablar de Dios. Navidad es una fiesta muy adecuada. De forma universal es el solsticio de invierno o verano. La noche más larga o el día más largo. Depende de las coordenadas geográficas. En la cultura de cristiandad, a partir del siglo V, se reemplazó por el nacimiento del niño Jesús, 25 de diciembre. La construcción del pesebre apareció en el siglo XIII, en 1223 creado por San Francisco de Asís. Y durante algunos años en el mundo católico se ponía también el abeto, y que el mundo protestante lo tomó como símbolo de la esperanza. Hoy en día es un símbolo muy universalizado. Recordemos que ya lo utilizaba San Bonifacio de Fulda en el siglo VII, pero se extendió a partir del siglo XIX, en 1878 en Nuremberg, en el sur de Alemania cuando se empezó a exponer en público en los mercados. Y además, en nuestra casa, una costumbre muy arraigada es “el tió”, un tronco de árbol para calentar el hogar y dando calor.
Por otra parte, es una expresión recurrente para muchas personas en estas fiestas hablar de “Dios o el hijo de Dios ha nacido”. Unas fiestas con adornos y muchos regalos, y un sector se congrega para celebrar “la misa del gallo”. Pero, ¿qué simboliza toda esta parafernalia?
Existe un hecho bien constatado en nuestra sociedad, el cambio de un paradigma cultural de cristiandad por un nuevo paradigma cultural humano en oposición al materialista y consumista junto al algorítmico o científico-técnico, que se va imponiendo. Como el derrumbe fortísimo de las dos generaciones (1980… hasta ahora) de todo lo que es cultura religiosa. Pero emerge lo humano. Nadal se ha convertido en una gran fiesta familiar, envuelta por un fuerte consumismo desmedido. Aspecto muy acentuado en el mundo occidental rico y en gran precariedad en otros lugares del mundo. Pero todo el mundo, de una u otra forma, celebra el cambio de estación. ¿Y qué pinta “Dios”? Ésta es la gran constatación nueva: “La imagen de Dios ha caído”. Freud ha sido un teólogo apofático y ha hecho una aportación importante en su libro Tótem y tabú (1913) como El futuro de una ilusión (1927).
Vamos constatando cómo la base de la cultura de cristiandad va desapareciendo. Pero, tengamos en cuenta que hablamos de la imagen o forma que se ha dado a una Realidad Real, profunda, honda que está en el fondo y en el corazón de toda la Humanidad: La Realidad Última, la Luz, la Inmensidad, la Inefabilidad que no tiene ni nombre ni forma ni discurso. Un núcleo antrópico, necesario pero gratuito. La gran «calidad» de la «cualidad” honda humana: «Es». La gran tradición ha sido el cristianismo en el mundo occidental, procedente del judaísmo y haciendo una nueva corriente con el Islamismo. Además, existen otras tradiciones orientales, como el Hinduismo, el Taoísmo, el Budismo, entre otros. Todas ellas, sin excepción, viven esta Realidad Última, que es el fondo de la Humanidad, y han tomado formas, eslóganes y discursos distintos. La especie humana es una, pero muchos los credos. Y aquí se ha confundido la forma o el discurso con la Realidad Ultima.
Una metáfora que puede ayudarnos es: El vino y la copa. El vino es esta Realidad de profundidad de todo Ser Humano, la Ultimidad, que nunca es individualista, sino relacional y kósmica (con “k” para significar que es Totalidad): La inmensidad de los mundos. Esta inmensidad la percibe y vive todo Ser Humano que busca en su interior o interioridad y en su exterior o extimidad, la fuente de su consistencia que está por encima de la existencia. Pero este vino necesita una copa, una forma, un porrón, sino, ¿cómo se bebe? Lo que hace falta es beberlo, probarlo.
Desgraciadamente los sistemas o credos de religiones (copa), que no la religiosidad (vino), han dado mayor importancia a la copa que al vino. Sólo hay que conocer la historia de las religiones. Una historia de poderes políticos y religiosos que, además de ir juntos, tenían en sus manos la gestión de la economía. Aquí nacen las perversiones de los poderes. Y la precariedad está en los pueblos.
O, ¿no es así en la primera parte del S. XXI? O, ¿no es una manifestación de la pandemia del C.19? Por tanto, hace falta una imagen nueva: ¿Cuál? Hay que construirla, pero debe indicar, simbolizar y respetar la dignidad de todo Ser Humano. Ya no puede ser el «dios de los ejércitos» o «el dios todopoderoso y majestuoso» o «el dios de la obediencia y obligaciones” y Maurice Bellet (1923-2018) lo ha trabajado en el libro: El Dios perverso (De Brouwer,1983). Este «dios» no es más que una construcción de la mente humana y de hace siglos. Y hay que recordar un artículo del catalán psicoanalista, Joan Coderch (1930…): La evolución del psicoanálisis debilita la supuesta incompatibilidad entre psicoanálisis y religión (Revista catalana de psicoanálisis.Vol. XXVI/2 -2009). Una lectura muy clarificadora, pero continúa la evolución. Y no dejo de mencionar otra vez el libro Psicoanálisis y religión en el siglo XXI. ¿Competidoras o colaboradoras? de Blach, David (Herder, 2006). Y por cierto, traducido por el psicoanalista catalán Pere Folch (1919-2013). El asunto religioso es un fenómeno humano, y como tal es necesario tenerlo en cuenta con muchos ámbitos. Uno de ellos es el nuestro: el mundo psiquista. Un libro que acaba de publicarse de Roger Armengol (1942…), médico-psiquiatra nos muestra caminos: Jesús y Sócrates. Dos maestros para el futuro de la Humanidad (Carena. 2021).
El “Vino” se encuentra en todas las tradiciones, que está en copas. La profundidad está en el fondo de todo corazón de cualquier Ser Humano. Un buen trabajo también en el mundo psicoanalista como lo indica el libro de Miguel Fraile, psicoanalista: Meditación budista y psicoanálisis (Mandala, 1993). Y no olvidemos el gran movimiento del “mindfulness” como todo el movimiento de la Psicología transpersonal, cuyo pionero es Manuel Almendro, hasta llegar al 2018 con la fundación del “Instituto de Psicoanálisis transpersonal iniciático” (Fréjus, Francia) y cito otra vez a Carlos Domínguez con su último libro: Mística y psicoanálisis (Trotta, 2020). Y para redondear el libro de Peter Heehs: Espiritualidad sin Dios (Kairós, 2021). Junto a la frase de Freud (22.agosto. 1938), cabe recordar otra de un escritor francés, André Malraux (1901-1975), no en vano pronunció esta frase: El problema capital de finales de siglo será el problema religioso, pronunciada el mes de marzo de 1955. Los grandes científicos no son ciegos ante la limitación del espíritu, del cerebro humano. Se pueden hojear los libros de La cosmovisión de los grandes científicos del siglo XIX y XX (Tecnos 2020- 2021). Siguiendo toda esta dinámica profunda, podemos ir encontrando otra forma de entender, comprender y vivir los nacimientos como simbólicos o como los cambios de la naturaleza, que deben llevar a la transformación de todo Ser Humano. Así ir formando una nueva Humanidad que pueda cambiar estas estructuras sociales y económicas perversas y poder ser un antídoto ante el golpe de estado global financiero. Y así mejorar las relaciones interhumanas o sociales. Aquí entran los libros del psicoanalista Jorge Tizón: “Apuntas sobre psicopatología basada en la relación” (Herder,2018) en cuatro volúmenes. Una nueva visión psicoanalítica: Las relaciones humanas, ¿cómo son?
El día a día es importante. Puede ser la significación del nacimiento como de la muerte. Cada día nacemos y morimos. Todos los días es una nueva jornada de crecimiento como de duelo. La psicología dinámica, profunda o psicoanálisis tiene mucho que decir de este proceso diario, como se recuerda en el libro: El trauma del nacimiento de Otto Rank (1884-1939). Además, en París, se celebró el mes pasado, noviembre, una jornada con el título: Libérer la psychanalyse de un carcan (dogal) rigide et étouffant, organizado por la FEP (Fondation Européenne pour la psychanalyse).
Y todo esto es hablar de Dios (la etimología de Dios es Luz) que es hablar del Ser Humano y vivir cómo esta Luz clarifica e ilumina el día a día porque todo Ser Humano “es” esta Luz. Una Luz que siempre ES. Ni pasado ni futuro: Presencia continua. Y en este nuevo paradigma Humano, que simbolice y signifique la profundidad humana. Pero, como es lógico y razonable, la Profundidad toma corporeidad o se encarna. No es un concepto sino una Realidad. Es el vino de la copa, pero nunca la copa, pero la necesita. Y esa inmensidad que no tiene palabra, pero sí vida, se puede vivir y celebrar en la contemplación de una noche estelar, una tormenta sorprendente, una poesía amorosa, una música que invade, una estética sin pensar, pero sentirla, como la hermosura y belleza del rostro humano y de su cuerpo o también la escena del pesebre, o el verdor del abeto o el fuego del “tió”. Y también el silencio en una sesión psicoanalítica o psicoterapéutica. Y en esta línea tenemos a las psicoanalistas francesas François Dolto (1908-1988), Annick de Souzenelle (1922…), Marie Balmary (1940…), Julia Kristeva (1941…), y tantas otras.
Celebrar la Navidad es celebrar el Nacimiento de la Profundidad Humana, que es la Plenitud. La dimensión profunda y absoluta de la existencia. Un misterio que engloba la totalidad de la inmensidad de los Universos. Necesitamos tanto el telescopio como el microscopio. Todo es una sola y única Realidad: El misterio de la inmensidad de los mundos. Es hablar de Dios. Y hablar de Dios es hablar de la subjetividad humana. «Dios» no es una descripción ni una interpretación ni un discurso, sino un símbolo de la profundidad y del hondón de todo Ser Humano.
FELIZ NAVIDAD: HABLAR DE DIOS,
ES HABLAR DEL SER HUMANO.
Jaume PATUEL PUIG (1935).
Pedapsicogogo.