HACE CIEN AÑOS: PSICOLOGIA DE LAS MASAS.(1921)

Jaume Patuel

               Un sencillo recuerdo sobre un hombre investigador e indagador de un continente humano desconocido, pero existente, el inconsciente: se acepte o no. Su originalidad proviene no solo de lo descubierto, que lo es, sino de su actitud de búsqueda: Su genialidad. Sabiendo qué dijo Freud en su contexto cultural, ¿qué diría hoy en nuestro contexto global? Es decir, ¿qué decimos?

               Hay que cultivar la memoria cultural, sus efemérides que nos enriquecen. El mundo de la psicología de lo profundo, o psicología profunda o también psicología dinámica, que es el psicoanálisis tanto en singular como en plural, goza de este privilegio: Memoria cultural. Además, gozar de esos eventos que surgieron el siglo anterior y hacer ahora memoria histórica y cultural es siempre una nueva oportunidad de continuar investigando, indagando, transformando y actualizando.

      Escribí en este mismo ámbito un artículo sobre “Más allá del principio de placer” al siglo de aparición, 2020. Ahora me centro en otro artículo PSICOLOGÍA DE LAS MASAS. Su lectura contextualizada puede y, de hecho, es así, ayuda a comprender acontecimientos actuales ya que nuestro “tópico es diferente” y nos es preciso una reinterpretación. Freud impactó en nuestra cultura.  Si todo lo que es consciente es psíquico; no todo lo que es psíquico es consciente. Aquí entra la función del ego freudiano: el jinete que galopa con el caballo o el timonel que conduce el navío o el director de la orquestra musical o la función de gedstor, no propietario. Freud nos recuerda en su artículo del 1938, pensamientos ya enunciados en 1921, en “Algunas lecciones elementales sobre el psicoanálisis: Pero con todo ello no se dice que la cualidad de la condición de conciente haya perdido su significatividad para nosotros. SIGUE SIENDO LA UNICA LUZ QUE NOS ALUMBRA Y GUIA EN LA OSCURIDAD DE LA VIDA ANIMICA”. Es decir, esa cualidad de consciencia que es el ego. Y sea dicho de paso tan maltratado en nuestra cultura por no entenderlo o definirlo. Aspecto también recordado por su disidente, pero autónomo Jung, que integra a Freud, pero aspecto olvidado por algunos: “También supe que esa pequeña llama era mi conciencia, la única luz que poseo. Mi propio entendimiento es mi único y gran tesoro. Aunque infinitamente pequeño y frágil en comparación con los poderes de la oscuridad, sigue siendo mi luz, mi única luz”. No en vano el título entero del artículo es PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO. Es decir, el libro de Freud apunta en dos direcciones distintas. Por una parte, explica la psicología de las masas sobre la base de los cambios que tienen lugar en la psicología de la mente individual, y por el otro, lleva un paso más allá la investigación sobre la anatomía estructural de la psique, que prefiguraba en Más allá del principio del placer (1920) y más desarrollada en el “El yo y el ello” (1923). Precisamos, a mi entender, de una “Egodicea”.

   Este trabajo se le ocurrió a Freud hacia el 1919. Era el final de la primera guerra mundial., una guerra cruel e innecesaria en la que sus hijos participaron. En el 1920 ya trabajaba sobre el tema. Realizó la forma definitiva en febrero del 1921 y se publicó unos meses más tarde. De esto hace un siglo.

    ¿Qué nos dice el texto?

  En este sencillo recuerdo no pretendo, ni mucho menos, presentar un texto académico, de rigurosidad científica ni tampoco un comentario al texto. Sino sólo, y únicamente, considerar algunas perlas o pensamientos que a mi parecer son de actualidad. Además, presentarlo a la consideración de la persona lectora para que pueda ejercer su criterio de validez.

   Como metodología he seguido la lectura del texto en sus obras de Strachey y el comentario de Alain Rauzy (2016) en Amorrortu/editores.

Así los libros consultados, entre otros, por Freud: El libro de Le Bon (1841-1931): Psicología de las multitudes, publicado en 1895 y traducido al castellano el 1921. Vale la pena leerlo. Cuánto a reflexionar. Las aportaciones de Mc Dougall (1821-1938) “La teoría de los instintos” (1908), intenta abrir camino y de mirada amplia. Además, he tenido en cuenta, por mi parte, a Ortega y Gasset (1883-1955) en “La rebelión de las masas” (1930) donde se ve su gran intuición. Y dando un salto en el tiempo a David Colon (1973-…), profesor de historia en París: Propaganda o La manipulación de la masa en el mundo contemporáneo (2020) y cerrando con nuestro ínclito investigador Jorge Tizón (1946-….), psicoanalista, fincado en Barcelona y autor de muchos libros. En este caso, Psicopatología del poder (2014). Una nueva lectura psicosocial.

     Hacer este repaso de textos, me ha ayudado a valorar algunas aportaciones freudianas o perlas como he indicado. De ellas escojo sólo tres. Hay muchas más y de valor actual (1). Es evidente que ha habido muchas otras aportaciones con distintos enfoques y ciertamente de un gran calado científico y que es preciso consultar en las diversas revistas psicoanalíticas o mesas de debate. Eso sí, no solo en inglés, sino también en francés, italiano, alemán, chino y ruso, por no decir también en árabe, donde el psicoanálisis o la psicología profunda ha penetrado. El psicoanálisis no desaparece, tiene buena salud y robustez siempre que no se le encierre únicamente en el campo clínico como decía el mismo Freud. El psicoanálisis es una nueva visión antropológica, actual y vigente. Y, además, siempre que exista el sufrimiento, el psicoanálisis es una excelente terapia.

     La primera perla, algo muy debatido, es una exposición clarísima de parte de Freud del concepto de “libido”, tan resumido en ciertos diccionarios y maltratado en el imaginativo popular y cientificista. Es preciso saber qué entiende Freud por ello. El texto pide una lectura calmada y atenta. Cómo resuena en la persona lectora. Dice el texto:

    En cambio, intentaremos aplicar al esclarecimiento de la psicología colectiva, el concepto de la libido, que tan buenos servicios nos ha prestado ya en el estudio de la psiconeurosis. Libido es un término perteneciente a la teoría de la afectividad. Designamos con él la energía -considerada como magnitud cuantitativa, aunque por ahora no mensurable- de los instintos relacionados con todo aquello susceptible de ser comprendido bajo el concepto de amor. El nódulo de lo que nosotros denominamos amor se halla constituido, naturalmente, por lo que en general se designa con tal palabra y es cantado por los poetas, esto es, por el amor sexual, cuyo último fin es la cópula sexual. Pero en cambio, no separamos de tal concepto aquello que participa del nombre de amor, o sea, de una parte, el amor del individuo a sí propio, y de otra, el amor paterno y el filial, la amistad y el amor a la humanidad en general, a objetos concretos o a ideas abstractas. Nuestra justificación está en el hecho de que la investigación psicoanalítica nos ha enseñado que todas estas tendencias constituyen la expresión de los mismos movimientos instintivos que impulsan a los sexos a la unión sexual, pero que en circunstancias distintas son desviados de este fin sexual o detenidos en la consecución del mismo, aunque conservando de su esencia lo bastante para mantener reconocible su identidad. (Abnegación, tendencia a la aproximación). Creemos, pues, que con la palabra «amor», en sus múltiples acepciones, ha creado el lenguaje una síntesis perfectamente justificada y que no podemos hacer nada mejor que tomarla como base de nuestras discusiones y exposiciones científicas. Con este acuerdo ha desencadenado el psicoanálisis una tempestad de indignación, como si se hubiera hecho culpable de una innovación sacrílega. Y sin embargo, con esta concepción «amplificada» del amor, no ha creado el psicoanálisis nada nuevo. El «Eros» de Platón presenta, por lo que respecta a sus orígenes, a sus manifestaciones y a su relación con el amor sexual una perfecta analogía con la energía amorosa, esto es, con la libido, del psicoanálisis, coincidencia cumplidamente demostrada por Nachmansohn y Pfister en interesantes trabajos, y cuando el apóstol Pablo alaba el amor en su famosa «Epístola a los corintios» y lo sitúa sobre todas las cosas, lo concibe seguramente en el mismo sentido «amplificado», de donde resulta que los hombres no siempre toman en serio a sus grandes pensadores, aunque aparentemente los admiren mucho. Estos instintos eróticos son denominados en psicoanálisis a potiori y en razón a su origen, instintos sexuales. La mayoría de los hombres «cultos» ha visto en esta denominación una ofensa y ha tomado venganza de ella lanzando contra el psicoanálisis la acusación de «pansexualismo». Aquellos que consideran la sexualidad como algo vergonzoso y humillante para la naturaleza humana pueden servirse de los términos «Eros» y «Erotismo», más distinguidos. Así lo hubiera podido hacer también yo desde un principio, cosa que me hubiera ahorrado numerosas objeciones. Pero no lo he hecho porque no me gusta ceder a la pusilanimidad. Nunca se sabe adónde puede llevarle a uno tal camino; se empieza por ceder en las palabras y se acaba a veces por ceder en las cosas. No encuentro mérito ninguno en avergonzarme de la sexualidad. La palabra griega Eros, con la que se quiere velar lo vergonzoso, no es en fin de cuentas, sino la traducción de nuestra palabra Amor. Además, aquel que sabe esperar no tiene necesidad de hacer concesiones. Intentaremos, pues, admitir la hipótesis de que en la esencia del alma colectiva existen también relaciones amorosas (o para emplear una expresión neutra, lazos afectivos). Recordemos que los autores hasta ahora citados no hablan ni una sola palabra de esta cuestión. Aquello que corresponde a estas relaciones amorosas aparece oculto en ellos detrás de la sugestión. Nuestra esperanza se apoya en dos ideas. Primeramente, la de que la masa tiene que hallarse mantenida en cohesión por algún poder. ¿Y a qué poder resulta factible atribuir tal función sino es al Eros que mantiene la cohesión de todo lo existente? En segundo lugar, la de que cuando el individuo englobado en la masa renuncia a lo que le es personal y se deja sugestionar por los otros, experimentamos la impresión de que lo hace por sentir en él la necesidad de hallarse de acuerdo con ellos y no en oposición a ellos, esto es, por «amor a los demás». (Cap. IV. Sugestión y libido). Clarifico que “a potiori” significa “de mayor valor”. Y la cita de la primera carta a los de Corintio es el capitulo 13, que aconsejo vivamente como me confirmó en su día una paciente docta: Excelente texto, que no conocía.

  Soy consciente que la cita es un poco larga, pero entiendo que vale la pena. Una realidad emocional muy actual. Este texto, a mi entender, nos obliga a repensar nuestro concepto de libido. Y nada más lejos de la realidad actual, que ayudar a comprender la emergencia y movimiento de la LGTBIAQ+. Este punto solo ya merecería todo un artículo o debate en pleno primer cuarto del siglo XXI. Sin olvidar que para Freud, la psique o el aparato psíquico era la totalidad del Ser Humano, no solo lo mental o cognitivo.

     La segunda perla. Freud da un salto muy importante, a tener en cuenta, a pesar de los pesares: La colectividad. Y en este siglo más que en el anterior porque resulta muy necesario considerarla, y más en el momento actual pandémico y de otros avatares culturales como políticos globales y particulares. ¿Qué papel tiene el psicoanálisis en este nuevo mundo global? Así lo expresa al principio de todo, en la Introducción:

     La oposición entre psicología individual y psicología social o colectiva, que a primera vista puede parecernos muy profunda, pierde gran parte de su significación en cuanto la sometemos a un más detenido examen. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales, le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes. En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.

 Y Freud recuerda también que La psicología colectiva, no obstante encontrarse aún en sus primeras fases, abarca un número incalculable de problemas, que ni siquiera aparecen todavía suficientemente diferenciados.

   Y en el apartado X: La masa se nos muestra, pues, como una resurrección de la horda primitiva. Así como el hombre primitivo sobrevive virtualmente en cada individuo, también toda masa humana puede reconstituir la horda primitiva. Habremos, pues, de deducir, que la psicología colectiva es la psicología humana más antigua. Aquel conjunto de elementos que hemos aislado de todo lo referente a la masa, para constituir la psicología individual, no se ha diferenciado de la antigua psicología colectiva sino más tarde, muy poco a poco, y aun hoy en día, tan sólo parcialmente.

      En estos textos, el ego nunca ha sido un producto por sí mismo ni para sí mismo, y no procede de la nada. Es fruto de relación, para la relación, en la relación y con base material. No da pie para un individualismo, aunque se haga; sí, en cambio, para la individualidad. Freud no cierra nunca sus elaboraciones, todo lo contrario. Por ello pudo expresar en su día: Prefiero un buen enemigo que a cien aduladores en el campo científico. Por otra parte, a mi entender y de gran ayuda, es pedagógicamente considerar el buen mapa antropológico freudiano con contenido amplio y profundo. ¿Por qué, en pleno siglo XXI, toda explicación sobre el ser humano queda en la colectividad, en las estructuras, en la masa, en la psicología social o meramente cognitiva o conductal? Hay una fuerte resistencia a aterrizar en lo profundo y enfrentarse consigo mismo. Es más fácil “atacar” (proyectar) al otro que “pensar” (introspección). Sino ¿por qué tanto odio, venganza, manipulación, violencia?  La masa no es ajena a la totalidad del ego individual. Este tema, como el anterior, pide debate claro, honesto e inteligente. Es más fácil juzgar que pensar. Remito al artículo publicado en agosto: ¿DESDE DÓNDE MIRAMOS?

      La tercera perla. El mundo inconsciente freudiano, que Carl Jung integra y amplia. Y Leopoldo Szondi que contempla el tribal o familiar. Es preciso no confundir con el pre/sub-consciente, este se conoce con una introspección seria. Freud retrae en su texto que no se tenga en cuenta esta realidad psíquica, la que dirige, sin menoscabo de las funciones del ego que piden su análisis: El inconsciente. Y me atrevo a afirmar que en muchas escuelas psiquistas del siglo XXI lo niegan, o tal vez, no lo consideran, cuando la realidad es clara y manifiesta. Todo el artículo de Freud respira ese inconsciente. Hay diversos textos. El primero extraído del cap. III: Hemos utilizado como punto de partida la exposición de Gustavo Le Bon por coincidir considerablemente con nuestra psicología en la acentuación de la vida anímica inconsciente.

 El segundo se encuentra al final del primer capítulo: En realidad, es que sólo un escaso número de las cuestiones que la misma entraña, interesan especialmente a la investigación psicoanalítica de las profundidades del alma humana.

  En el cap. II pone una cita de Le Bon:

Para llegar, por lo menos, a entreverlas, es preciso recordar, ante todo, la observación realizada por la psicología moderna, de que no sólo en la vida orgánica, sino también en el funcionamiento de la inteligencia desempeñan los fenómenos inconscientes un papel preponderante. La vida consciente del espíritu se nos muestra muy limitada al lado de la inconsciente.

  Y aún más clara la siguiente, que he extraído del libro de Le Bon, p. 35: “La vida consciente del espíritu no es sino una parte débil de la vida total de éste, junto a su vida inconsciente”.

   Freud pone una frase que abarca todo, en el Apéndice cap.  XII: El psicoanálisis, que ilumina las profundidades de la vida anímica, demuestra….

  Y contemplo esta tercera perla con un texto posterior, del 1938, muy significativo en “Algunas lecciones elementales de psicoanálisis” se expresa así: La cuestión de la relación del consciente con lo psíquico puede ser considerada ahora como establecida: la consciencia es sólo una cualidad o atributo de lo que es psíquico, pero una cualidad inconstante. Pero existe otra objeción que hemos de aclarar. Se nos dice que, a pesar de los hechos que hemos mencionado, no es necesario abandonar la identidad entre lo que es consciente y lo que es psíquico; los llamados procesos psíquicos inconscientes son los procesos orgánicos que desde hace tiempo se ha reconocido que corren paralelos a los procesos mentales. Esto, naturalmente, reduciría nuestro problema a una cuestión, aparentemente baladí, de definición. Nuestra respuesta es que estaría injustificado y sería impropio establecer una brecha en la unidad de la vida mental para lograr una definición, puesto que en cualquier caso está claro que la consciencia sólo puede ofrecernos una cadena incompleta y rota de fenómenos. Y sería una cuestión de suerte que hasta en el cambio hubiera sido hecho en la definición de lo psíquico, no resultara posible construir una teoría amplia y coherente de la vida mental. Ni es necesario suponer que esta visión alternativa de lo psíquico sea una innovación debida al psicoanálisis. Un filósofo alemán, Theodor Lipps, afirmó con la mayor claridad que lo psíquico es en sí mismo inconsciente y que lo inconsciente es lo verdaderamente psíquico. El concepto del inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la psicología para que se le permitiera la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con frecuencia con él, pero la ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado el concepto, lo ha tomado en serio y le ha dado un contenido. Con sus investigaciones ha llegado a un conocimiento de las características de lo psíquico inconsciente que hasta ahora eran insospechadas y ha descubierto algunas de las leyes que lo gobiernan. Pero nada de esto implica que la calidad de ser consciente haya perdido su importancia para nosotros. Continúa siendo la luz que ilumina nuestro camino y nos lleva a través de la oscuridad de la vida mental. Como consecuencia del carácter especial de nuestros descubrimientos, nuestro trabajo científico en la psicología consistirá en traducir los procesos inconscientes en procesos conscientes, llenando así las lagunas de la percepción consciente…”.  Otro texto, también un poco largo, pero que da pie a reflexionar.

   Con estas tres perlas entiendo que es suficiente para hacer una reflexión actual sobre el psicoanálisis. ¿Cómo se manejan estos conceptos hoy en día? Han pasado cien años, un siglo: La dinámica humana se conoce mejor y se profundiza aún más y en ello han ayudado las neurociencias, la física cuántica, biología molecular entre otras. Freud superado, por suerte, pero no anulado o sepultado, continua actual. Anularlo es otra cosa que muchas corrientes de pensamiento desearían. Pero no es así. El esquema de “Id.Ego.Superego” es vigente como mapa comprensivo de la psique, en sentido freudiano: La totalidad del ser humano, pero con un timonel o jinete o director de orquesta o gestor o bombilla o luz: el ego, el cual debe ir tomando consciencia de sus diferentes niveles conscienciales. Además, queda ampliado y profundizado por los psicoanalistas posteriores. Entre otros, y hay muchos, Klein, Jung, Szondi, Dolto, Winnicott, Ferenczi, Lacan, Lebovici, Recalcati, Lauret, Tizón, Coderch, Pommier, Grof y otros hasta llegar a lo que ya se llama, en un lugar, Asociación Psicoanalítica Transpersonal Iniciática (nacida en el 2018).

     Cien años o un siglo de una sociedad cerrada en sí misma, como era Viena, a una Barcelona y otras ciudades, abiertas y en un mundo global. Un mundo científico más que interdisciplinariado a transdisciplinariado por la globalidad. El acto psicoanalítico continúa siendo un momento de expansión libre de la psique, de superar sufrimientos y abrir la consciencia. Tres perlas, como tantas otras del texto, que brillan pero poniéndolas en otras ostras. Lo que tantas veces he indicado que es conveniente poseer: “Una visión global del mundo psiquista y una acción concreta”. O una globalización con una glocalización, así se pronuncian algunos. Ambas son necesarias para una actuación ética humana. El psicoanálisis está en el mundo psiquista, pero no todo el mundo psiquista es psicoanalítico. El dolor científico es que no sea aceptado por otras escuelas que son reduccionistas en la comprensión de la psique. Solo hay que ver los debates en Francia, Bélgica y en España para que el psicoanálisis sea considerado en el mundo de las terapias. ¿Qué sucede en la mente de los responsables públicos y en la mente de algunos científicos?

   El diván, simbólicamente, continúa siendo aquel lugar de conocimiento propio y profundo, de expresión libre sin censura y sin tener ninguna patología. De antaño viene el eslogan del Templo de Delfos: “Conócete a ti mismo y conocerás los dioses del universo”. Por lo tanto, no solo la conducta (ritos) ni solo lo cognitivo (doctrinas) sino lo dinámico (vivencial). Un ego que viene del pre.ego y va al trans.ego, los ámbitos no.egoicos que conviene tomar consciencia lo mejor posible. Si no hay “ego” no hay vida integral. Conviene elaborar, como he indicado, una “Egodicea”, y que Freud expresa ya en el cap. XI: Participa así, de muchas almas colectivas, las de su raza, su clase social, su comunidad confesional, su estado…  Puede, además, elevarse hasta un cierto grado de originalidad e independencia, en nuestro siglo actual, global, plural e incluyente contra el pensamiento único, uniforme, tecnificado, paranoide como actualmente hace China con el Tibet: Construye infraestructuras buenas y necesarias quedando así el pueblo tibetano satisfecho, pero a costa de anular la lengua y cultura, su propia identidad. Aquí no puede entrar el psicoanálisis. Y los intentos están en Monique Lauret en su libro: La conscience de l’humain. Dialogue entre psychanalyse et pensée chinoise (2020). El acto psicoanalítico genera libertad interior en cualquier cultura abierta.

     Pienso que sería adecuado ir celebrando estas efemérides freudianas, los artículos, a lo largo de sus cien años de publicarse. Sin olvidar sobre todo que mientras haya dolor y sufrimiento, búsqueda del conocimiento propio y ajeno, ansias y anhelos, goce y placer, deseo de libertad interior y mejor convivencia, el psicoanálisis siempre estará presente, como una vía más de este trabajo interior humano para una verdadera democracia. Una nueva Humanidad emerge y en ella, todos y todas, sin excepción, son ciudadanas y ciudadanos de este único Mundo a mejorar y expandir con sus diferentes niveles de consciencia y con la dignidad que tiene inherente todo Ser Humano.    

Jaume PATUEL PUIG (1935), pedapsicogogo y psicoanalista.

Miembro de la FEP y de l’ACPP.

 

 (1) INDICE DEL LIBRO

I.    Introducción

II.   Le Bon y su descripción del alma de las masas.

III.  Otras apreciaciones de la vida anímica colectiva

IV.  Sugestión y libido

V.   Dos masas artificiales: Iglesia y ejército

VI.  Otras tareas y orientaciones de trabajo

VII. La identificación

VIII.Enamoramiento e hipnosis

IX.   El instinto gregario

X.    La masa y la horda primordial

XI.  Un grado en el interior del yo

XII.  Apéndice

1 Comment

  1. indiba en torrejon de ardoz · 2 marzo, 2022 Reply

    Has dado en el sitio con este articulo , realmente creo que este blog tiene mucho que decir en estos temas . Volveré pronto a vuestro sitio para leer mucho más , gracias por esta información .

Deja un comentario