CUENTO DE LA PRICESA Y EL DRAGÓN

Cuando piensas que nunca te pasará a ti. Crees que eso les pasa a otras, tú eres demasiadoguerrera lista para que se aprovechen de ti de esa manera o te pisoteen.

El Dragón con sus escamas brillantes y su mirada intensa, era puro fuego, ya te había conquistado. Tú no te das cuenta, pero cuando te alaba y te llena de cumplidos, son armas de doble filo. Te llama perfecta, y tú te dices, ¡Anda ya!¿Cómo voy a ser perfecta? ¿Y si piensa que soy perfecta y luego ve que no lo soy? Tengo que esforzarme más para no decepcionarlo.

Cuando haces algo mal o que no le gusta, se enfada, se enfada mucho, echa humo por la nariz, y tú sabes por qué. No ha tenido una vida fácil y cuesta mucho ganarse un respeto, tú lo entiendes. Se siente solo. Por eso callas, lo miras a los ojos y le dices que lo harás mejor pero que así no te puede hablar y que ya le pueden bajar esos humos y dejar de gruñir que a ti eso no te mola nada. Entonces él reacciona y te dice que no puede vivir sin ti, que menos mal que has llegado a su vida, si no, sería un tren descarrilado, un Dragón solitario que seguiría sin rumbo comiendo una oveja distinta cada día. Y tú consigues sacar lo mejor de él.

Y tú te lo crees, lo ves tan perdido, y piensas, ¿Cómo habrá llegado hasta aquí él solito? Pobre, si cuando quiere es un amor, tan dulce y me quiere a su lado y sobretodo me necesita. Aunque a veces su piel es muy dura y te hace daño, tú sabes que no lo hace a propósito.

Un día ve que has andado con otros antes y te pregunta. Tú no quieres contestar, ya sabes cómo se va a poner, evitas el tema y eso a él lo pone aún más nervioso. Genera otra discusión más en vuestra relación.
Va dime, princesita, ¿te ves con alguien más? 
Pero ¿Cómo quieres que me vea con alguien más? ¡Si no tengo tiempo! ¡Tú ocupas todo mi tiempo y mi energía! Pero él siempre duda.
Y cuando no estás conmigo, haces cosas tu solita ¿No? Yo pensando que había cazado a una princesita e igual eres más cortesana. 
¿Pero de qué vas? Yo a ti no tengo que darte explicaciones de nada.

Será capullo.

A ti ya todo esto te huele a chamusquina, decides distanciarte un poco, cambiar de aires, pillarte unas vacaciones y volver al castillo. Él, como era de esperar, se lo toma fatal. No entiende por qué ahora cuando más te necesita, tú te vas y lo dejas tirado, te dice que sin ti todo se va a ir a la mierda, que va a volver a matar y tu cada vez sintiéndote más presionada. Que no ve que como más peso ponga sobre tus hombros, más te vas a hogar y más ganas vas a tener de salir corriendo.

Se ha puesto violento al teléfono exigiendo que vuelvas ¡YA! ¡Ostia! ¿Qué no ves que te necesito? ¿Cómo me haces esto? ¡Voy a incendiar el pueblo entero con todos dentro como no vuelvas!

Tú ya no sabes que hacer ¿Me quedo? ¿Me vuelvo? Sufres, tienes miedo de que pase algo gordo si tú vuelves, ¿Y si se presenta en el castillo sin aviso? Te entra una presión en el pecho.

Dudas. No sabes que hacer, no sabes si sacrificarte e irte con el Dragón, en el fondo sabes que no es malo, solo tiene miedo. Miedo porque lleva toda la vida solo, perdido, sin que nadie le quiera de verdad. Por eso su coraza es tan fuerte sus dientes tan afilados y su fuego quema tanto.

Pero llamas a alguien y cuentas la historia, te da vergüenza contar que hace contigo lo que quiere. Tú que has sido reina y señora de otros, ahora hundida y humillada por un simple Dragón.

Y sabes que ha jugado contigo, te ha manipulado. Y decides que ya está bien. Que no vas a esperar a que el Dragón te coma, ni que un príncipe te salve.

Espada en mano te diriges hacia el Dragón y le dices, que ya le has dado muchas oportunidades, que como se vuelva a acercar a ti le vas a atravesar el corazón con hierro, y esta vez va a saber de verdad lo que es sufrir por amor.

Así que este año, ni Dragón, ni príncipe, ni rosa,

                                                                            guerrera.

Carla Mas

Arquitecta

654596389

vuitarchitecture.com

1 Comment

  1. Elizabeth Llorca · 10 mayo, 2020 Reply

    Un hurra per la princesa¡ De vegades un excés d’empatia és dolent.

Responder a Elizabeth Llorca