GHOSTING

Captura de pantalla 2019-02-03 a la(s) 12.08.21 Imagina que has conocido a alguien que ha llamado tu  atención en algún lugar que frecuentas, imagina que os habéis puesto de acuerdo para volveros a ver y que decidís quedar. Finalmente, imagina que a media conversación la persona en cuestión empieza a actuar como si tú hubieras dejado de existir. De un momento a otro, deja de mirar-te a los ojos, deja de contestar a tus preguntas, e interrumpe por completo toda interacción contigo. Dicho de otro modo, la persona actúa como si fueras un fantasma, un espectro invisible e intangible que ha desaparecido para su percepción.

¿Cuál sería tu reacción si eso sucediera? Seguramente, al principio sentirías desconcierto, tal vez te parecería extraño y empezarías a intentar entender que ocurre. Posiblemente al principio tu reacción seria captar de nuevo la atención de la persona, te preguntarías si el problema lo tiene ella, o si lo tienes tú, hablarías, gritarías y harías movimientos delante de ella como Patrick Swayze en Ghost, para volver a ser visto. Tal vez, tus esfuerzos serian vagos al principio y se irían cargando de agitación y angustia para, ante la pasividad de tu interlocutor, finalmente tirar la toalla y terminar por irte del lugar con consternación.

Tal vez, la situación que acabamos de plantear parece poco verosímil. En un encuentro cara a cara es bastante improbable que esto ocurra, incluso si en una primera cita las cosas no marchan bien y uno de los dos decide que el encuentro ha terminado, lo más esperable es que dé una explicación, una disculpa o incluso en el peor de los casos una excusa inventada.

Sin embargo, cuando la comunicación virtual predomina y no estamos expuestos a la mirada de nuestro interlocutor la cosa cambia, basta con no responder el teléfono, bloquear en whatsapp a la persona en cuestión o simplemente borrarnos de la red social que mantiene el vínculo.

¿Por qué ocurre con tanta frecuencia este fenómeno en la comunicación virtual?

Para aquellos lectores que aún no conozcan la palabra diremos que Ghosting es un término inglés que se podría traducir literalmente como “fantasmeando” o la acción de convertir en fantasma o devenir un fantasma y hace referencia al hecho de cortar por lo sano la interacción con alguien sin dar ninguna explicación, literalmente desaparecer de su vida.

Según la revista Psychology Today, un 50% de hombres y mujeres de Estados Unidos han sufrido esta situación en algún momento de su vida y el mismo porcentaje de personas ha hecho sufrir esta situación a alguien en alguna ocasión.

El Ghosting es un fenómeno común en la interacción virtual, muy propio de redes sociales que tienen como objetivo conocer personas afines con las que eventualmente uno pueda establecer algún tipo de relación. Puede darse por diferentes razones, el denominador común es que es una forma fácil de liberarse de algún tipo de malestar o incomodidad producida en el marco de una nueva relación sin tener cuenta los sentimientos del otro.

Aquellos que practican el ghosting con frecuencia son personas con ciertas dificultades para conectar con sus propias emociones así como para poner-se en la piel de otro, podríamos decir que existe algún grado de inmadurez en su forma de vincularse, sin embargo, la utilización puntual del ghosting es una práctica extendida que podríamos achacar en parte al carácter líquido, fugaz y masivo de las nuevas formas de conocer gente propias de nuestra era.

Consecuencias del Ghosting

El Ghosting duele. Algunos han utilizado la expresión “crueldad emocional” para referirse a este fenómeno y podemos explicar el porqué. Como seres sociales que somos necesitamos de vínculos estables y seguros para que se configure en nosotros un sentimiento de bienestar y de buena autoestima, en contraposición, las vivencias de rechazo por parte de otro ser humano generan en nosotros un sentimiento de inseguridad, angustia y disminución de la autoestima que se vive dolorosamente. Esto es debido en parte a que la experiencia de ser rechazados activa aéreas cerebrales que se activan también cuando experimentamos dolor físico, por lo tanto, se trata de una experiencia traumatizante.

El grado de afectación dependerá mucho de nuestro nivel de autoestima y seguridad, se ha visto que personas con buena estabilidad emocional, un suficientemente elevado nivel de autoestima y un suficiente número de relaciones significativas lo tolera mejor, sin embargo, personas con una vivencia más inestable de sí mismas pueden llegar a sufrir más. Cabe decir que la exposición repetitiva a situaciones de ghosting puede ser retraumatizante y puede llevarnos a la insensibilización como defensa, este hecho puede hacernos más propensos hacer ghosting a otras personas. Por lo tanto, diremos que es importantísimo, para la preservación de una buena salud emocional, no normalizarlo.

¿Cómo superar una experiencia de ghosting?

Lo más importante si hemos sufrido ghosting es tener en cuenta que dicho acto no cuestiona ni da información sobre nada que tenga que ver con nosotros, ni nuestra manera de ser, ni quiénes somos. Al contrario, nos informa de que nuestro interlocutor no ha sido capaz de expresar algo que le producía incomodidad y desde luego, ha tenido serias dificultades para entender las consecuencias de sus actos en nosotros. Es como si el ghosting nos enviara un mensaje que dijera: “soy incapaz o no tengo lo necesario para establecer un vinculo maduro contigo”.

Dicho esto es importante permitirse un tiempo de duelo, mantener la integridad, reflexionar sobre la importancia del respeto y el entendimiento entre seres humanos para no volverse insensible ni normalizarlo y dejar a la persona marchar en paz.

Enric Artés Closa

Psicólogo Clínico-Psicoterapeuta

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