Sobre el abordaje de la diversidad sexual en el ámbito psicoterapéutico: clausura V Jornada de la ACPP en Granollers

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El pasado 13 de mayo se celebró la V Jornada que organizó la ACPP y que esta vez se llevó a cabo en Granollers, con el título: «La diversidad en el ámbito psicoterapéutico», donde se pudo debatir y profundizar sobre los aspectos psicoterapéuticos vinculados al abordaje de la diversidad sexual. El acto se llevó a cabo en el Hospital General de la ciudad y se me ofreció la oportunidad de participar en su cierre. Este artículo forma parte de mis reflexiones aportadas en la clausura del acto.

La jornada contribuyó a ampliar la perspectiva clínica sobre la identidad de género, y el amplio espectro en la que ésta se manifiesta. En este sentido, es de agradecer que la ACPP abordara un tema tan complejo, que pone de relieve las dificultades a nivel social que ciertas personas deben afrontar para ser aceptadas, y el rechazo y el ostracismo que muchas de ellas aún sufren.

La ACPP por tanto, como asociación de psicoterapeutas, demuestra una vez más que no quiere ser ajena a las problemáticas sociales a las que deben enfrentarse en su práctica diaria los profesionales de la salud mental.

Así a lo largo de la jornada y de los diferentes casos expuestos, pudimos escuchar experiencias de rechazo o de invisibilidad, dificultades diversas en la construcción de una identidad, donde el cuerpo no acompaña, pero quizás tampoco lo hacen suficientemente las personas que hay alrededor, a la hora de aportar comprensión, apoyo y respaldo. Qué importante es la mirada del otro en la construcción de nuestra identidad. No sentirse aceptada lleva a la persona a interiorizar un rechazo que genera dolor y mucho sufrimiento. En este sentido, fueron muy interesantes los conceptos introducidos por Araceli Baillo «de homofobia y transfobia interiorizada», y ver cómo pueden conducir a las personas que los padecen a establecer vínculos basados en relaciones sadomasoquistas por la dificultad de integrar aspectos masculinos y femeninos propios, o a permanecer atrapadas en relaciones de maltrato, duras y sobrecogedoras.

La jornada permitió compartir diferentes experiencias clínicas que, por su riqueza y complejidad, piden ser pensadas y reflexionadas más allá de su exposición, a fin de mejorar los abordajes y enriquecer nuestras aproximaciones clínicas, tanto en su vertiente teórica como aplicada.

Como pudimos escuchar, el sexo biológico no está necesariamente relacionado con la construcción de la identidad de género. En ciertas personas puede no tener mucho que ver y eso genera una conflictiva interna importante e intensa, que en el mejor de los casos invita a la persona a transitar por un camino de aceptación que no es nada sencillo, y que está lleno de dificultades a nivel personal y también social.

Como reflexión añadiría que la diversidad en el ámbito de la identidad sexual, considerada ésta como un aspecto importante y constitutivo de la personalidad de todo individuo, nos interpela de nuevo sobre la complejidad de todo ser humano.

Llevar esta diversidad a su aceptación, sea quizás nuestro reto y también, nuestra responsabilidad como profesionales de la salud mental y por encima de todo, como personas que tenemos cuidado del prójimo.

Todas las personas recorremos un camino interior en el que nos vamos conformando como individuos, con una identidad que nos es propia, y que construimos mediante las relaciones que mantenemos con los demás, primero con nuestros progenitores, si todo va bien, empezando con la madre que nos lleva a la vida y nos nutre, y más adelante con las personas que nos rodean, familiares, amigos, compañeros, etc.

La identidad al inicio es delicada y, por tanto, susceptible de verse afectada por los embates de la realidad. Acometidas que pueden venir en forma de rechazo, intolerancia, incomprensión, aislamiento, indiferencia, marginación, y cualesquiera que venga a sumarse a este sentirse diferente, y fruto de estas diferencias, no aceptado en ciertas circunstancias. Más notorio cuando las diferencias se hacen patentes en la identidad sexual. No responder al patrón socialmente aceptado puede ser vivido como una amenaza a la hora de mostrarse ante los demás, sobre todo frente a los seres queridos o más cercanos, y por ende hacia uno mismo.

No en vano, buena parte de nuestro trabajo muchas veces recae en el hecho de abrazar la interioridad del otro en toda su complejidad, darle un espacio de reconocimiento, de respeto, para que a partir de aquí, se pueda retomar, o iniciar, un camino de construcción de la identidad dañada, de estima y reconciliación de aspectos propios que en un inicio resultaban intolerables, o difíciles de aceptar fruto de los golpes sufridos en el pasado en la relación con los demás.

Quizás se necesitan más espacios de reflexión como el que organizó la ACPP, donde se pueda mostrar y dar en cierto modo, testimonio de esta diversidad, que es compleja y que adquiere tantas formas como personas hay en el mundo, y de cómo sin embargo, todas tienen cabida mientras haya otras dispuestas a hacerles un lugar.

Es responsabilidad de todos por lo tanto, los profesionales del mundo psi también, el generar las condiciones necesarias para que este lugar sea posible, desde este acercarse al estudio y la comprensión de la diversidad sexual con una mirada que no prejuzga, ni tampoco censura o hace uso del diagnóstico para sentenciar, sino que al contrario, posibilita que emerja la autenticidad de cada uno, su mundo interno, con la confianza necesaria para que se pueda expresar y encontrar en el trabajo psicoterapéutico, tal como mostraron los diferentes casos presentados, vías de realización que hagan posible el crecimiento y la maduración afectiva de todo individuo.

Para terminar quisiera traer a la mente de todos una imagen que me resultó tierna a la vez que reveladora de cómo un cambio en la forma de entender el mundo, de captar la realidad, puede posibilitar atribuir nuevos significados a concepciones preestablecidas.

Me refiero al descubrimiento reciente sobre los amantes de Pompeya. En una noticia publicada en Internet el pasado mes de abril, se explicaba que las dos figuras que permanecieron abrazadas, sorprendidas por el fuego del Vesubio, si bien en un principio se creyó que podrían ser dos mujeres abrazadas, todo el mundo aceptó al poco tiempo que se trataban de un hombre y de una mujer, fruto de la estereotipia imperante.

Pues bien, ahora investigaciones recientes efectuadas sobre el análisis del ADN, han llevado a la luz que los cuerpos de los amantes de Pompeya pertenecían en realidad a dos jóvenes de sexo masculino, de una edad comprendida entre los 18 y los 20 años, y el TAC que se ha llevado a cabo revelaba además que los dos hombres no formaban parte de la misma familia. El responsable actual de las excavaciones concluía que si bien no podían afirmar fehacientemente que fueran amantes, teniendo en cuenta su posición, era de suponer que sí lo eran.

Tal vez esta imagen de dos hombres abrazados, dando testimonio de su amor a través de los siglos, pueda emerger aquí y ahora, entre las cenizas del pasado, como una señal de esperanza hacia un futuro más integrador, entendiendo y aceptando que venimos de una historia donde la diversidad sexual forma parte también de nuestra filogénesis como especie humana.

Xavier Pérez Pérez
Psicòleg Sanitari col. 10826
Psicoterapeuta (FEAP-ACPP)
xaviper@copc.cat
www.DevelopThinking.cat